“So help me God”

Miguel A. Cálix

Desde hace mucho tiempo ­1937, para ser exactos­ los estadounidenses esperan el paso de cuatro calendarios para observar la investidura de su nuevo presidente un 20 de enero. Excepto cuando cae en domingo (ocurrió con Reagan, que lo hizo un 21), o cuando el nuevo titular sustituye a un presidente que fallece o renuncia (Roosevelt, Kennedy y Nixon), el ritual democrático norteamericano concentra las miradas en algún lugar emblemático de Washington, en el que comparece el nuevo ocupante de la Casa Blanca para ser juramentado por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Hoy será igual.

En los procesos electorales de los Estados Unidos de América, siempre hay novedades importantes. Mucha gente tiene fresca en la retina la imagen del primer mandatario afroamericano asumiendo el cargo, pero muchas décadas atrás produjo igual expectación el que por primera vez un joven católico se domiciliara en el 1600 de la avenida Pennsylvania.

En 1981, un exactor de Hollywood era noticia al iniciar la que se convertiría en la interpretación más exitosa de su carrera. Veinte años después, el vástago mayor de su vicepresidente (que luego fue cabeza de gobierno también) fue el segundo hijo de un Presidente en asumir la misma posición (John Adams y John Quincy Adams fueron los primeros, dos siglos antes). Ávidos de peculiaridades de este tipo, muchos (y muchas) soñaron con que la investidura de 2017 sería la primera de una mujer (Rodham Clinton); de haber ocurrido, lo hubiera sido por partida doble, porque nunca antes una ex primera dama ha jurado el cargo.

Pudo ser un hito también que lo lograra el primer judío (Sanders, declarado socialista en su juventud), el segundo afroamericano (Carson), el segundo hijo de un expresidente (Jeb Bush) o el primer latino (Ted Cruz o Marco Rubio). Pero no fueron ni ella ni los demás. Será uno, que también es un personaje marcado por la excepcionalidad. El nuevo Presidente, el cuadragésimo quinto, conocido por sus excesos personales, ha hecho público que jurará hoy sobre dos biblias (todos lo han hecho sobre una, menos dos expresidentes).

No tuvo antes cargo público alguno: sus antecesores han sido gobernadores, senadores, congresistas, militares. Será el primero casado con una mujer extranjera. No será el primero que es millonario, pero ha levantado tanto polvo desde que anunció su candidatura, llevó a cabo su campaña y ganó la contienda, que tiene asegurado un sitial en la historia de su país, aunque todavía resta saber con qué adjetivos (o adverbios).

Si Barack Obama fue el candidato y presidente que mejor aprovechó las redes sociales y prensa para obtener la imagen que hoy tiene, el nuevo presidente Donald Trump ha demostrado todo lo contrario: que se puede llegar a la misma posición que su antecesor, muy a pesar de lo que los medios y la Internet hayan difundido sobre él (con su pródiga y vulgar ayuda, por cierto). El día esperado y temido por muchos, llegó. Y esta vez, la conocida fórmula que acompaña el juramento que hará el nuevo Presidente norteamericano (“So help me God”), deseamos que además de servirle poco, nos proteja también de él.

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