La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se comprometió en su discurso de investidura este jueves a luchar contra la corrupción y tomar medidas de ajuste económico ante la marcada desaceleración, aunque sin sacrificar los planes sociales que benefician a los más pobres.
«El pueblo brasileño quiere más transparencia y más combate a todos los tipos de crímenes, especialmente a la corrupción y quiere además que el brazo fuerte de la justicia alcance a todos de forma igualitaria. No tengo miedo de encarar esos desafíos», dijo Rousseff ante el Congreso.
La mandataria de 67 años asumió el reto en medio del escándalo de sobornos que envuelve a la estatal Petrobras, la mayor empresa de Brasil.
Rousseff anunció asimismo que aplicará medidas de ajuste económico para contrarrestar el débil crecimiento durante los cuatro años de su primer gobierno.
«Más que nadie sé que Brasil necesita volver a crecer, los primeros pasos de ese camino pasan por un ajuste en las cuentas públicas, un aumento en el ahorro interno, ampliación del crecimiento y elevación de la productividad de la economía», sostuvo.
En ese sentido, agregó: «Haremos eso con el menor sacrificio posible para la población, en especial para los más necesitados».
Durante su primer mandato, la economía experimentó un franco deterioro al pasar de un crecimiento de 7,5% del PIB en 2010 a una previsión cercana a cero en 2014.
En 2011 la actividad creció 2,7%, en 2012 un 1% y en 2013 un 2,5%. Y para 2015 los mercados esperan un leve despegue del 0,5%, mientras la inflación cerró en noviembre 6,56%, encima del centro de la meta oficial del 4,5%. AFP
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