Hace algunos años leí el libro “El Club Bildelberg: los dueños del mundo”, publicado y bien documentado por la escritora Cristina Martin, en el que cuenta la historia del Club fundado en 1954 con el objeto principal de que los países ricos como Estados Unidos y Europa enfrentaran a Rusia y el avance del comunismo.
El patrocinador y financista de la reunión fue David Rockefeller, quien invitó a los 130 personajes más influyentes del mundo a una reunión en los Países Bajos. (No sé por qué se llaman así sí solo es uno, Holanda).
Entre los invitados de Rockefeller figuraban banqueros; dueños de medios de comunicación; políticos; industriales; lobistas (llamados así porque se llevan en los pasillos o lobbies de las oficinas de los poderosos del mundo negociando cosas para sus clientes) y otras altas poporoilas del gran mundo.
El nombre del Club se debe al del hotel donde se celebró la primera reunión. No se permitió el ingreso de periodistas e inexplicablemente la invitación decía claramente la forma en que los asistentes debían ir vestidos, prohibiéndose expresamente el uso de calcetines blancos. ¡Vaya usted a saber por qué!
Como el asunto me ha interesado, después de la lectura del libro he seguido la pista del Club y sus famosas reuniones, aunque los comunistas del mundo ya clavaron pico, como los gallos de pelea vencidos. Solo quedan unos cuantos pelagatos que todavía tienen la cabeza caliente con una doctrina desfasada, pasada de moda y fracasada.
El Club sigue vivito y coleando en plena tercera edad (62 años) y ha evolucionado tanto que a las últimas reuniones ha asistido como invitado de honor el presidente ruso Vladimir Putin. A Felipe Rodríguez Zapatero, el izquierdista quebrador de la economía española, lo invitaron a la reunión de 2008, ya cuando el susodicho tenía a España con el agua al cuello sumida en la más profunda de una crisis de la que no logra levantar cabeza. Además de gringos y europeos, ahora también invitan a los poderosos de Asia y las reuniones se celebran en cualquier país europeo, asiático o en Estados Unidos.
Ninguna reunión se ha celebrado en Hispanoamérica, porque como decía Henry Kissinger, cuando era secretario de Estado de los gringos y uno de los invitados permanentes del Club: “la política del mundo se define del Río Bravo hacia el norte. Nada importante ocurre al sur de dicho río”.
En las reuniones se discuten cosas tan importantes como las guerras entre países; la invasión y destrucción de otros; el alza o caída de las bolsas mundiales, el precio mundial del petróleo; el financiamiento de dictadores o su derrocamiento; los tipos de interés vigentes en el mundo y todo lo que tiene que ver con las altas finanzas, incluyendo el funcionamiento de los fondos buitres, que revolotean sobre el mundo en busca de carroña financiera, o sea bonos y otros títulos valores basura emitidos por países en apuros que no pueden pagarlos y los buitres los compran a precio de gallo muerto y los cobran a su valor nominal más los intereses debidamente capitalizados. No dudo que entre los invitados del Club Bilderberg figuran algunos de estos zopilotes que vuelan muy alto y tienen muy desarrollado el sentido del olfato.
El Foro Económico Mundial, fundado por el economista Klaus M. Schwab en 1971 es otro que bien baila en el escenario internacional, nada más que a diferencia del Club Bilderberg, a este invitan a muchos países, incluyendo a los acabados de Iberoamérica, Asia y África. Los miembros del Club hablan de las cosas importantes que afectan al mundo. Los del Foro van a hablar y escuchar paja.
Todos los organismos internacionales de crédito así como los países poderosos, tienen ahora un aliado permanente y cada vez más poderoso: el nunca bien ponderado Fondo Monetario Internacional, que viene a Honduras cuando le ronca la gana a prescribir sus fracasadas recetas, como la subida de los impuestos y la devaluación monetaria, como una manera de subsidiar el consumo extranjero de nuestros productos que cada vez se venden más baratos.
Estos son los dueños del mundo…
Roberto C Ordoñez