Calidad de vida en la mujer mayor (I)

-GASPAR VALLECILLO MOLINA

Por Decreto Número 32 del 25 de enero de 1927 se instituyó en Honduras el Día de la Madre, para “estimular el sentimiento moralizador de que está dando muestras a la mujer hondureña”, cita textual. Y se designó para su celebración el segundo domingo de mayo.

Todas las madres tienen su día para que sus hijos buenos, regulares o indiferentes se manifiesten a su manera y posibilidades. La mayoría le habrá dado un abrazo, un beso y hasta un regalo, otros una flor y una lágrima agradecida a su tumba.

Pasado el día con recuerdos alegres y tristes y termina el agasajo. Ahí quedan las madres haciendo su faena no reconocida mereciendo nuestro admirado respeto. Todas son bellas. Pero la mujer, madre o no, que llega a la mayoría de edad se encierra en la soledad de sus recuerdos perdiendo de a poco su memoria. Unas acompañadas de familiares que la rezagan y otras olvidándolas en el infortunio de una casa de asistencia.

¿Qué pasa con ese período de la vida cuando siendo jóvenes mayores con descendencia o sin ella aún trabajan o procuran su cuido sin quejas? Esa es la mujer que nos debe preocupar como sociedad porque todos vamos envejeciendo a nuestra manera sin ayuda y sin recursos, y el Estado no tiene entre sus miles de programas ninguno que proporcione mejores condiciones de vida para ellas.

Menopausia es el cese de la menstruación, alrededor de los 50 años, y las manifestaciones clínicas físicas y psíquicas del antes y después de esa última menstruación se conoce como climatérico. Ambos acontecimientos significan indefectiblemente el comienzo de la vejez. Es por esta serie de manifestaciones, la mayoría de las veces muy intensas y molestas, más la asociación con otros padecimientos que generalmente no aparecen antes de esa edad, que la sociedad como tal y la medicina particularmente debe ofrecerles una mejor calidad de vida, que les haga entender que son útiles y productivas, queridas y que pueden hacer mucho por ellas y por quienes les quieren y necesitan.

La calidad de vida que se puede y debe ofrecérsele a la mujer post menopáusica, con o sin el síndrome climatérico, tiene doble finalidad: por un lado, de prevención y, por otro, de tratamiento. La labor preventiva parte de la realización de planes de salud individuales para cada mujer, según su estado hormonal y la existencia de patología previa y actual, a fin de evitar y eliminar factores de riesgo para enfermedades crónicas y de tipos de cáncer ginecológico, de manera que al llegar la menopausia, esta pueda afrontarse como una etapa más de la vida, con una salud física y psíquica óptimas para este momento.

Desde el punto de vista terapéutico, el ginecólogo tiene una labor esencial en la mejora de la calidad de vida, basando su actuación en tratar adecuadamente la enfermedad y evitando su progresión cuando esta exista.

La calidad de vida en la tercera edad va a depender de las oportunidades, de las formas en cómo transcurre la vida, no sólo depende de los recursos cuantitativos, sino de cómo es el desarrollo cualitativo de su vida, con quiénes se vincula el adulto mayor, cómo lo hacen, dónde se dirige cuando tiene necesidades particulares, a quién frecuenta, cuál es su actividad o inactividad.

Salud Pública cuida al nacer a las niñas, de cierta manera hasta su adolescencia donde es olvidada o menos atendida, vienen los embarazos tempranos e inician a parir soledades y enfermedades prevenibles; es cuando en verdad debe haber un entendimiento oficial profundo y permanente para darles el cuidado preventivo que merecen.

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