2 de octubre de 1968 el día que marcó la historia de México

“¡El 2 de octubre no se olvida!”. Durante décadas, éste ha sido el grito de lucha de miles de jóvenes mexicanos. “¡El 2 de octubre no se olvida!”, es usado en marchas, mítines, plantones, graffitis y protestas universitarias. “¡El 2 de octubre no se olvida!”, es la consigna oficial de quienes luchan en México contra un Estado. “¡El 2 de octubre no se olvida!”, es un grito de las izquierdas mexicanas. Pero, sobre todo, el 2 de octubre no se olvida porque es una de las páginas más negras de la historia moderna de México.

La noche del 2 de octubre de 1968, fuerzas paramilitares, policías y miembros del Ejército mexicano dispararon a sangre fría contra los casi 8.000 estudiantes, profesores, obreros y campesinos reunidos en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, al norte de la Ciudad de México.

Protestaban contra la desigualdad y el autoritarismo del PRI, el partido hegemónico desde el fin de la Revolución Mexicana (1910-1920) que ya se había anquilosado en el poder con trampas, corruptelas y un control total de medios, industrias y sindicatos. En las marchas se exigía una democracia verdadera y la implementación de mayores libertades civiles, políticas y sociales.

Los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de otras escuelas públicas y privadas habían tomado la batuta de las protestas. El movimiento había empezado 70 días antes, con varios mítines, enfrentamientos y la toma de las instalaciones universitarias.

El presidente Gustavo Díaz Ordaz, consideraba que se trataba de una sublevación comunista, según lo registra la historia mexicana Ordaz, no estaba dispuesto al diálogo.

«Siempre se mostró intolerante y violento. De hecho, antes del 2 de octubre las acciones del Gobierno para recuperar “el orden y la paz” ya habían provocado la muerte de al menos 10 manifestantes. México estaba a punto de celebrar la 19ª edición de los Juegos Olímpicos (que empezaban el 12 de octubre) y a Díaz Ordaz le urgía presentar un país en calma. El estadio de la UNAM, además, era la sede de la inauguración» afirma el diario el Confidencial de Barcelona.

Fue así como, a pesar de haber prometido un ambiente de cordialidad y paz para la marcha del 2 de octubre, Díaz Ordaz ejecutó la “Operación Galeana”. Su Gobierno infiltró a agentes y soldados en la protesta estudiantil (con jóvenes que vestían de civil y portaban guantes blancos) y ordenó la movilización de tres contingentes del ejército en zonas cercanas a la Plaza de las Tres Culturas. El fantasma del comunismo, alimentado por la CIA, fue clave en la represión. De hecho, hay pruebas de que Díaz Ordaz estaba en la nómina de la agencia de inteligencia estadounidense. “Era un agente”, sostiene Sergio Aguayo, investigador del Colegio de México.

La masacre

Eran las 6:10 cuando los tanques y los helicópteros verde olivo empezaron a verse en la plaza. De inmediato, bengalas provenientes del edificio de Cancillería comenzaron a ser lanzadas a la explanada. Entre los manifestantes había niños. Todos empezaron a correr. Enseguida vinieron los balazos desde terrazas de los edificios aledaños. Había francotiradores. El pavor y el miedo se apoderaron del lugar en cuestión de segundos. El primer tiroteo duró casi una hora. Después vendrían otros, aunque menos intensos, en medio de una lluvia que dejaba ríos de sangre cada vez más caudalosos en la Plaza de las Culturas, relata la crónica del diario el Confidencial de Barcelona.

Entre las ráfagas, la gente corrió a los edificios de la unidad Tlatelolco, donde muchos de los vecinos les dieron refugio dentro de sus departamentos. Pero el ataque no terminó ahí. Los soldados se metieron a los inmuebles para arrestar a los estudiantes. La orden era terminar con el movimiento a toda costa. Tocaron las puertas y, sin ninguna orden de aprehensión, empezaron a detenerlos. Casi 2.000 jóvenes fueron arrestados y enviados a un campo militar. A muchos les quitaron la ropa, los golpearon y los torturaron. Entre 30 y 300 personas, según la fuente que se consulte, fueron asesinadas, continúa el Diario.

 

“El espectáculo era dantesco. [Desde mi ventana] vi varios cuerpos tirados. La plaza estaba llena de zapatos. Estaba lloviendo esa noche y ya había bomberos lavando la explanada. Enfrente, en la Biblioteca de Relaciones Exteriores, [los detenidos] estaban en fila, sobre la pared, eran mujeres y jóvenes completamente desnudos. También vi tanquetas, camiones del Ejército y soldados levantando cuerpos. Como costales de papas, los aventaban [lanzaban] al carro. No era uno ni dos, eran varios cuerpos”, cuenta un vecino de la unidad en el documental “Tlatelolco: las claves de la masacre”, producido por el periódico La Jornada y el Canal Seis de Julio.

El ejército mexicano desplegado en el Zócalo, el 28 de agosto de 1968 (Fuente: Wikimedia Commons)

Esa noche, Díaz Ordaz logró su objetivo: desactivar el movimiento estudiantil de 1968. Esa noche, miles de sueños y vidas quedaron cortadas de tajo, pero al Gobierno no le importó. El 12 de octubre, los ojos del mundo ya estaban puestos en México y, ante las cámaras, el país se mostraba “feliz” y “de fiesta” con la inauguración de los Juegos Olímpicos en el estadio universitario. Díaz Ordaz siempre se mostró orgulloso de su decisión.

Pero, aunque el PRI haya intentado lavar la sangre esa misma noche y borrar la lucha, “¡el 2 de octubre no se olvida!”. La movilización de ese año tuvo lugar a la par que los “Otros 68”: los movimientos sociales de Francia, Estados Unidos, España, la antigua Checoslovaquia, Italia, Gran Bretaña y China. Se dio en medio de un ambiente de Guerra Fría y caza de brujas por el comunismo. En medio de la Guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Todos, acontecimientos que marcaron la historia y siguen dejando huella en el mundo.

Con Información de: Diario El Confidencial Barcelona.

Lea más: Hallan 166 cadáveres en fosa clandestina en México